Primer Misterio: La Encarnación del Hijo de Dios (Lc 1, 26-28)
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”.
Meditación: Durante este misterio, medita: “alégrate, el Señor está contigo”. Dios está increíblemente cerca de ti, a tu lado, no te abandona jamás. Y te invita hoy a acoger su gracia, su gozo, su alegría y llevarla a los demás.
Segundo Misterio: La visitación de nuestra Señora a su prima Isabel (Lc 1, 39-42)
María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
Meditación: Durante este misterio, medita: “Se puso en camino”. No te quedes parado, ponte tú también en camino hacia Dios y hacia los hermanos, especialmente los que más necesitan de ti.
Tercer Misterio: El nacimiento del Hijo de Dios en el portal de Belén (Lc 2, 4-7)
José subió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre
Meditación: Durante este misterio, medita sobre el maravilloso amor de Dios por ti, que le ha llevado a la locura de hacerse uno como tú, pequeño, vulnerable, para que le sientas más fuerte su cercanía, su ternura y su amor.
Cuarto Misterio: La presentación de Jesús en el templo (Lc 2, 21-22)
Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción. Cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor
Meditación: Durante este misterio, medita: “lo llevaron para presentarlo al Señor”. Preséntate tú también ante el Señor y dile en lo más hondo de tu corazón: aquí estoy, Señor, para ser testigo tuyo, para hacer tu voluntad.
Quinto Misterio: El niño Jesús perdido y hallado en el Templo (Lc 2, 41-47)
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén. Al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas
Meditación: Durante este misterio, medita: tú también, en ocasiones, te has perdido, y te has alejado de Dios. Él nunca te ha dado por perdido: te ha buscado y encontrado. Dale gracias por su amor y no te sueltes nunca de su mano.
Primer Misterio: La oración de Jesús en el huerto (Mt 26, 36-39)
Fue Jesús con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y les dijo: «Mi alma está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo». Y adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo: «Padre mío, si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú
Meditación: Durante este misterio, medita esas palabras de Jesús: “mi alma está triste”. Dios te sostiene también en tus momentos de tristeza y angustia. Y también te llama a qué tú des fuerza y consuelo a los que sufren.
Segundo Misterio: La flagelación de Jesús atado a la columna (Jn 18, 38 – 19, 1)
Salió Pilato otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». Volvieron a gritar: «A ese no, a Barrabás». Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar
Meditación: Durante este misterio, medita: también tú azotas a Jesús cada vez que juzgas, criticas, rechazas y condenas a tus hermanos, cada vez que desoyes la palabra de Dios y te entregas al egoísmo y la superficialidad.
Tercer Misterio: La coronación de espinas (Mt 27, 27-29)
Los soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura y trenzando una corona de espinas se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una caña en la mano derecha. Y doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo: «¡Salve, rey de los judíos!»
Meditación: Durante este misterio, medita: la corona de tu rey no es de oro, sino de espinas; por cetro, tiene una caña y su manto es una burla. Camina como él por la senda de la humildad, la paciencia y el amor.
Cuarto Misterio: Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario (Lc 2, 21-22)
Dijo Pilato a los judíos: «¿A vuestro rey voy a crucificar?». Contestaron los sumos sacerdotes: «No tenemos más rey que al César». Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota)
Meditación: Durante este misterio, medita: Jesús lleva sobre sus hombres tus pecados, tus debilidades, tus sufrimientos. Él te quiere libre, fuerte, feliz. Arrima tú también el hombro: ayuda a tus hermanos a llevar su cruz.
Quinto Misterio: La Crucifixión y muerte de Jesús (Lc 23, 33-46)
Cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», crucificaron allí a Jesús. Decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho esto, expiró
Meditación: Durante este misterio, medita: Jesús muere perdonando y confiándose a Dios. Perdona de corazón tú también a los que te han ofendido, libérate de todo rencor y odio. Y confía a Dios, como Jesús, tu vida entera.
Primer Misterio: La resurrección del Hijo de Dios (Lc 24, 21-22)
El primer día de la semana, las mujeres fueron al sepulcro. Encontraron corrida la piedra y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes, que les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado»
Meditación: Durante este misterio, medita: Cristo ha resucitado y tú con él. Tú no has nacido para la desesperanza, el sufrimiento o la muerte, sino para vivir una vida plena junto a Dios. Llénate de esta vida de Cristo Jesús.
Segundo Misterio: La Ascensión del Señor al Cielo (Hch 1, 10-11)
A la vista de ellos, fue Jesús elevado al cielo. Mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo»
Meditación: Durante este misterio, medita: Jesús asciende al cielo, vive junto a Dios, pero no ajeno a nosotros. Al contrario, está increíblemente cerca de ti, escuchándote, alentándote, sosteniéndote… en su palabra, en la oración, en la eucaristía, en la misión, en el pobre.
Tercer Misterio: La venida del Espiritu Santo (Hch 2, 1-4)
Se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas
Meditación: Durante este misterio, medita: tú también estás habitado por el Espíritu de Cristo Resucitado, un Espíritu de paz, amor, alegría, unidad, de fuerza y valentía para la misión. Déjate mover por el Espíritu Santo.
Cuarto Misterio: La Asunción de María al Cielo (CIC 974)
La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo
Meditación: Durante este misterio, medita: la Asunción de María no es un privilegio exclusivo suyo, sino una buena noticia para ti. Un día tú, como ella, participarás también plenamente de esa resurrección y de esa gloria de Dios.
Quinto Misterio: La Coronación de María como Reina y Señora de todo lo creado (CIC, 966)
La Virgen inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los Señores y vencedor del pecado y de la muerte
Meditación: Durante este misterio, medita: María, la muchacha pobre y humilde de Nazaret, increíblemente pura, creyente y fiel, ha sido coronada como reina y señora de cielos y tierra. Confía tú también en Dios, sé fiel a su Palabra y con ello lo ganarás todo.
Primer Misterio: El bautismo de Jesús en el Jordán (Mt 3, 13.16-17)
Jesús vino desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”
Meditación: Durante este misterio, medita: tú eres un bautizado, has nacido a una nueva vida en Cristo, has recibido el Espíritu Santo. Piensa si en tus palabras, en tus obras, brilla esta novedad, esta luz de Jesús.
Segundo Misterio: Las bodas de Caná (Jn 2, 1-5)
A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: “No tienen vino”. Jesús le dice: “Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora”». Su madre dice a los sirvientes: “Haced lo que él os diga”
Meditación: Durante este misterio, medita: hoy María, como en esas bodas de Caná, te dice también a ti: “haz lo que Jesús te diga”. Jesús cuenta contigo para que tú pongas en el mundo, no el vinagre del egoísmo y el pesimismo, sino el vino de la alegría y la esperanza.
Tercer Misterio: El anuncio del Reino de Dios (Mc 1, 14-18)
Jesús proclamaba el Evangelio de Dios; decía: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”. Vio a Simón y a Andrés echando las redes en el mar y les dijo: “Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron
Meditación: Durante este misterio, medita: Jesús también te ha llamado a ti. Te ha dicho: “Ven en pos de mí y te haré pescador de hombres”. Acepta su llamada y anuncia con sencillez y autenticidad el Evangelio, buena noticia de alegría y de salvación.
Cuarto Misterio: La Transfiguración del Señor (Mt 17, 1-2.5)
Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo”
Meditación: Durante este misterio, medita: tú también para Jesús eres, como Pedro, Santiago y Juan, de su grupo de amigos, con los que comparte su intimidad. Él te ha revelado quién es Dios: un Padre bueno; y quién eres tú: su hijo increíblemente amado, llamado a participar de su felicidad, de su vida eterna.
Quinto Misterio: La institución de la Eucaristía (Mt 26, 26-28)
Mientras comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio a los discípulos y les dijo: “Tomad, comed: esto es mi cuerpo”. Después tomó el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo: “Bebed todos; porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados”
Meditación: Durante este misterio, medita sobre la Eucaristía: el increíble amor con que Jesús se ha entregado a ti en este pan y en este vino, en los que se hace realmente presente. Tú también has de hacerte eucaristía: partirte y repartirte para que otros tengan vida.
Fuente: Sercreyente.com